¿FELICES FIESTAS O FELIZ NAVIDAD?
Por: Silvio Guerra Morales
Confieso que no se qué ha estado pasando con mucha de nuestra gente. Alguna influencia negativa, a mi juicio, proveniente de afuera, tal vez de los Estados Unidos de América, los ha compelido, para estos tiempos de plena remembranza de nuestra cristiandad, la Natividad de nuestro Señor Jesús, a dar felicitaciones de la siguiente manera: “Felices Fiestas”.
La semana pasada, vía telefónica, decía a una amiga de hace muchos años y de quien no sabía nada como corolario de nuestra conversaciòn: “Y no te digo que pases “felices fiestas”, sino que como cristiano te deseo “¡Una Feliz Navidad¡”. Pude advertir, por breves segundos, un silencio casi sepulcral y la voz de mi interlocutora tan solo se dejó escuchar para lo siguiente: “Bueno, está bien”.
Hay muchos lugares, públicos y privados, entre ellos la casa matriz del Banco Nacional, que luce un anuncio que reza: “Felices Fiestas”. Ya la Navidad se está celebrando sin su centro, sin su eje o motor: Jesús.
La Navidad, que debe recordarnos el nacimiento del niño Jesús, con plena conciencia de que fue hecho hombre, que anduvo en medio de nosotros, que estuvo entre nosotros, y que murió, muerte de cruz, por causa de nuestros pecados, pero que también resucitó para darnos vida eterna, perdón de los pecados y salvación en Él, ahora parece ser, para no poca gente, una fiesta de fin de año similar a la despedida que hacemos todos los treinta y uno de diciembre de cada año del “año que ha pasado”.
Creo que la Natividad de Cristo encierra, ciertamente una gran fiesta, de mucha alegría para el mundo cristiano y que aún los que se jactan o vanaglorian de no serlo, también la celebran en medio de copas y de exquisitas comidas; pero dicha festividad también lleva un significado que trasciende a toda alegoría festiva: Dios Padre dándonos a su Unigénito Hijo, Jesús, para que todo aquél que en él cree no se pierda más tenga la vida eterna (Juan 3:16).
Hoy más que nunca necesitamos reivindicar para nuestros hogares y nuestras familias, amistades y enemistades, el verdadero significado de la Navidad. Necesitamos que nuestros niños se feliciten entre ellos diciéndose: ¡Feliz Navidad¡ y que nuestros padres, maestros, muchachos y muchachas se alegren anunciando, con cada felicitación, que Cristo no está muerto sino que mora en el corazón de cada alma, cada vida que lo profesa y cree con todo fervor en Él como Salvador del Mundo.
Que el campesino en su humilde morada; el albañil o carpintero en su casa; el profesional en el remanso de su morada; el político en medio de la algarabía navideña, cada hombre, cada mujer, todos los niños y los jóvenes, también los acianos, podamos en esta Navidad decir: ¡Gracias Dios por darnos a Cristo, a Jesús!
Ruego para que en esta Natividad del Señor nos volquemos más a la tolerancia, a la comprensión y ser más solidarios con nuestros pobres y amantes ejemplares de nuestras familias.
*Este artículo fue publicado por el autor el 23 de diciembre del año 2005. Después de16 años transcurridos tiene vigencia.