¿Hasta cuándo?
Lic. Abel Vergara López – Abogado.
Ciudad de Panamá, 12 de septiembre de 2021.
La paciencia es una virtud muy difícil de encontrar, en especial cuando quienes tienen el deber legal de cumplir con lo establecido por la Constitución Política, intentan pasar por encima de la voluntad y el consenso de la sociedad a la que deben representar. Esta semana fuimos testigos -una vez más- de la forma recurrente en que se aprueban reformas a la ley electoral, ignorando lo aprobado en una comisión que como después de cada elección, introducen cambios al Código Electoral, logrando con su irreverencia que los propios magistrados del Tribunal Electoral decidieran retirarse de la discusión. En un intento por solucionar esta inusual situación, el Órgano Ejecutivo logró que regresaran nuevamente al debate para discutir las reformas aprobadas en primer debate por la mayoría oficialista, pero con el enérgico rechazo de la minoría opositora que incluye a la bancada independiente. Organizaciones cívicas están convocando manifestaciones populares a nivel nacional, en rechazo a este nuevo intento legislativo de burlar el consenso obtenido en la comisión de reformas electorales. Confiemos que se imponga la sensatez, pues lo aprobado hasta ahora es realmente peligroso para nuestra democracia.
Con el retorno a los colegios, la reapertura de actividades comerciales, musicales y deportivas, parte de la población se pregunta hasta cuándo tendremos que seguir utilizando el cubrebocas o mascarilla. Lo cierto es que inicialmente, se creía que su uso sólo era para los contagiados, demostrando eficacia para evitar la propagación del virus, junto con medidas de higiene y distanciamiento. La temida “tercera ola” en nuestro país -afortunadamente- pudo contenerse y luego de haber vacunado masivamente cerca de la mitad de la población, incluso con el asedio de variantes o mutaciones del virus, es adecuado y recomendable su uso hasta que se logre la esperada inmunidad colectiva que se debe obtener en poco tiempo.
Se conmemora un nuevo aniversario de la firma de los Tratados del Canal, realizada en la sede de la Organización de Estados Americanos (O.E.A.) Washington, un 7 de septiembre de 1977 suscrita por los mandatarios de la República de Panamá, Omar Torrijos y de los Estados Unidos de Norteamérica, James “Jimmy” Carter. Transcurridos 44 años desde aquella histórica fecha, hoy podemos disfrutar como país de los beneficios que producen nuestra privilegiada posición geográfica, luego de recibir el 31 de diciembre de 1999 el manejo y control de la vía interoceánica. Sin embargo, cómo explicar luego de más de 20 años de haber revertido a manos panameñas, que algo tan esencial en cualquier país como la salud y la educación, sean sectores que siguen a merced de gobernantes quienes mantienen en abandono centros médicos y educativos. Debemos preguntarnos, hasta cuándo seguiremos dando la espalda al desarrollo. Es hora de que el beneficio de la reversión canalera se extienda a toda la población, si aspiramos realmente algún día a dejar de considerarnos un país “del tercer mundo”.
También se conmemoran 20 años de aquel trágico 11 de septiembre de 2001, cuando el mundo presenció horrorizado los atentados aéreos de aviones controlados por agrupaciones de origen islámico contra edificaciones icónicas en las ciudades norteamericanas de Nueva York, Washington y Pennsylvania. Este aniversario encuentra de regreso al poder en su país de origen a la agrupación conocida como los talibanes y a su vez, con el fin de la permanencia del ejército de los Estados Unidos de Norteamérica en Afganistán, tal y como se acordó por el predecesor del actual gobernante del país norteamericano. Luego de la captura del líder de la agrupación, Osama Bin Laden y su muerte se creería equivocadamente haber logrado derrotar al terrorismo.
Será que algún día podremos conocer si la inseguridad que nos agobia, producto de rivalidades entre organizaciones del crimen organizado, no llegará a sorprendernos como viene ocurriendo desde hace algún tiempo en centros comerciales, restaurantes y avenidas de la ciudad y del interior de país. Hasta cuándo, las autoridades prestarán realmente atención y entenderán que la inversión extranjera se aleja, cada vez que ocurren estos “altercados”. Es hora de actuar, antes que se agote la paciencia colectiva y no sea entonces, demasiado tarde.
