DE QUIÉN ES LA CULPA

Fecha: 2021-09-28
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¿DE QUIÉN ES LA CULPA?

Por Gabriel Rodríguez Cover, Abogado

 

Luego de la convocatoria y participación masiva (para ser la primera) de la sociedad civil en la marcha del 14 de septiembre pasado, debo confesar que en mí ha renacido la esperanza de que podamos tener un Panamá mejor para todos. Esto, aún con el esfuerzo realizado por sectores de la sociedad a los que no les gusta tener a un pueblo organizado protestando, por aquello de la afectación de sus intereses políticos o económicos, y de inmediato sacan a relucir las cartas de etiquetas “yeyés”, o de que “el pueblo” no respalda y la ya famosa, sopeteada y ridícula tesis de la “lucha de clases”.

Ya hace algún tiempo vengo analizando la conducta social y cultural panameña desde mi perspectiva, la de un ciudadano común y corriente, tratando de responder a preguntas concretas: ¿qué pasó? ¿dónde fallamos? ¿de quién es la culpa?

Tal vez muchos creerán que la solución a los problemas no radica exclusivamente en la búsqueda de culpables, sino en su causa principal. Yo sí creo que parte de la solución está en encontrar a los responsables de las cosas, por aquello de que la causa no necesariamente está en el procedimiento sino en quien y como lo aplica.

Desde el retorno a la democracia, luego de la invasión que terminó con el régimen militar y sus allegados/cómplices políticos y civiles, cada uno de los gobiernos “democráticamente” electo ha sido en parte responsable de lo que hoy tenemos como país; cada uno ha puesto su cuota parte en la cadena de errores que se han cometido, y que ahora estamos pagando con órganos del Estado plagados de seres corruptos, los que sin ningún tipo de vergüenza, y con el mayor desparpajo y desfachatez reclaman que más que criticarlos deberíamos agradecerles el “trabajo” que hacen.

Son múltiples los factores que han influido a la situación, pero predomina una educación deficiente producto no sólo del exceso de beneficios otorgados a maestros y profesores quienes parecieran estar más preocupados por sus conquistas laborales que por la educación en sí, sino además por la falta de previsión de las autoridades que, pretendiendo comportarse como países del primer mundo, corrieron a aprobar leyes de “protección” a sectores de la población que no estaban (ni están) preparados culturalmente para el ejercicio responsable de esos derechos.

Autoridades que no comprendieron (y aún no han comprendido), que para implementar esas mismas normas de protección que aprobaron, era primeramente necesario e indispensable educar culturalmente a la población, precisamente para evitar ese abuso en el ejercicio de sus derechos, lo que habría evitado el rápido deterioro de la educación en tan poco tiempo.

Las erradas acciones de cada uno de los gobiernos han hecho posible el crecimiento excesivo de ese sector de la población que está “culturalmente atrofiada”; con valores, principios y fundamentos distorsionados, y que se ha materializado en esa cultura del “que hay pa’ mi”, como complemento al tradicional “juega vivo”, ingredientes principales para la proliferación de esa “clase política”, que sólo piensa en hacerse millonaria por la vía rápida.

Es esta misma clase política que se formó con una maltrecha educación, carente de valores y principios; misma que ha comprendido que para mantenerse en el poder y seguir lucrando del mismo, es indispensable mantener a la población con una educación deficiente, hacerla dependiente de los pocos beneficios económicos que se les dan en forma de subsidios, ayudas, nombramientos, coimas, vales, bonos, etc., y seguir alimentando a esa cultura del “qué hay pa’ mi”, y que sea ella la que “democráticamente” los siga escogiendo para gobernar.

Estamos inmersos en una sociedad que vive y come de las redes sociales, que ha perdido la vocación de lucha por sus derechos; que prefiere mantenerse en la comodidad que brinda la tecnología para, desde allí, atacar, criticar, opinar y hasta protestar, cuando esto le importa muy poco o nada a esa “clase política” que carece de valores y principios, y así fue demostrado por uno que recientemente afirmó que las críticas le tienen sin cuidado, ya que son “una raya más para el tigre”.

Entonces: ¿sería justo responsabilizar exclusivamente a la clase política de lo que hoy tenemos? Tal vez no.

Gran parte de la responsabilidad la tiene la sociedad civil, aquella que con la excusa de ser apolítica ha permitido que el germen de la corrupción haya crecido a los niveles que tenemos hoy día. Es esa misma sociedad que se ha acostumbrado a protestar desde las redes sociales sin querer involucrarse en política, dejando el campo abierto a aquellos que, carentes de educación con valores y principios, han visto en la política la forma rápida para hacerse millonarios, a través de la usurpación de los fondos públicos y de los “buenos negocios”.

Afortunadamente aún hay esperanza para un Panamá con mejores días, pero requiere del sacrificio de la mayoría silente; de gente buena, educada con valores, fundamentos y principios que se involucre en política; de gente buena que vote por gente buena; de gente que comprenda de una vez por todas que en sus manos tiene una poderosa arma contra la corrupción, no solo a través del voto, sino a través de su participación directa en los temas y problemas del país.

La responsabilidad de cada ciudadano no es solo de trabajar y pagar impuestos, necesita realizar su parte para el beneficio común, y esto solo puede lograrse con su participación directa en los temas nacionales.

Panameño, en tus manos está la decisión del futuro de nuestro país, y mientras sigamos escogiendo a los que le han hecho daño, seguiremos en ese rumbo sin control hacia el caos y las malas prácticas, por lo que en las próximas elecciones, no votes por la misma gente que sabes han hecho daño al país, la misma gente que se ha encargado gobierno tras gobierno, de debilitar las instituciones para seguir usurpando el poder; la misma gente que aprendió y vive de esa cultura del “qué hay pa’ mi”. 

Respalda a la gente buena, la gente honesta, los que demuestren tener valores y principios, exige conocer su vida, su trayectoria y cuáles son sus verdaderas intenciones, para tal vez, lograr ir mejorando lo que tenemos para un mejor país.

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