PANAMÁ DUELE EDITORIAL

Fecha: 2021-02-24
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La  renuncia  al  cargo de Procurador de la Nación de Eduardo Ulloa, no es más que el colapso acumulado de años de  corrupción,  indiferencia y el tratamiento del país conforme a los intereses de los  grupos de poder económicos  y políticos.    Su explicación  deja un mal sabor,  y da paso a todas las interpretaciones del porqué el hombre que hace 14 meses aplicó para dirigir  esta posición  conociendo a los desafíos  que se enfrentaba. La inestabilidad del país se siente en medio de una pandemia que deja secuelas  en lo laboral, educativo, la salud, económico y la mente de la gente. Dejar el puesto en medio de la investigación del caso de abusos  en los albergues donde  niños, niñas  y adolescentes,  solo le agrega más sal a la herida  de esta nación,  que diariamente se nutre  de un hecho  tras otro,  para aumentar  la incredulidad de todo y un sentimiento de rechazo sin de verdad  entrar  a  tomar medidas participativas  como ciudadanos para tener un mejor país. Sentir la indignación en Panamá depende del ánimo de quienes impulsen  los temas cuestionados,  donde hay toda  clase  de agendas ocultas,  conspiraciones, intereses de poder,  donde todo lo que se busca es acumular dinero, evadir la justicia, mantener estatus,  poder y control político,  pero menos la de ser mejores ciudadanos. Se suma la  falta de la certeza del castigo, donde  la justicia ejemplar  sea aplicada a los intocables y no solo a los más  pobres.  Donde el caso del abusos de menores no sea una estadística o un caso de albergue, porque la verdad es más dolorosa  que esto,  cuando se sabe que el tema que era tabú  yace en los hogares  donde los monstruos abundan. Panamá duele,  en lo profundo.   Hay ausencia de  una  sola voz  de aliento que convoque y una  a todos los panameños de manera coherente  para dar un paso en firme a construir un país  con cimientes  solidas. Nada parece detener  la caída  libre en que vamos como sociedad.  Llegó el tiempo de poner un alto,  hay que cambiarlo todo, pero sobre todo  reconocer que como ciudadanos hemos fallado al no tomar  acción y reclamar la decencia a quienes  han integrado todos estos años  los tres órganos del estado.  Ya no hay espacio a la doble moralidad  en ningún lugar. Estamos huérfanos  de  acción ciudadana  que tenga como  raíz  el querer un país ordenado,  seguro que honre el desarrollo de todos sus nacionales.  De nada sirve las protestas con  gritos de calle, ni insultos,  ni  los discursos  de más de cuatro que se sienten "impolutos" reclaman y denuncian, cuando en este país todos los conocen. La renuncia de Ulloa  deja más incertidumbre,  y plantea  el desafío de tomar  acción por nuestro Panamá. Qué la indignación  sea genuina.   ¡  Qué cese la indiferencia !   ¡ Qué el país deje  de ser manejado por las agendas políticas, o lo grupos económicos ! Es tiempo de poner un hasta aquí, porque  todos estos ingredientes están en una olla de presión,  que está a punto de reventar,   en un estallido social  inédito, del cual entonces sí, nadie escapará  a sus consecuencias. Llegó el momento de tomar decisiones importantes  como el de convocar a una constituyente para frenar el desmadre que se avecina. El día  que entendamos que el verdadero poder radica en los ciudadanos  ese día mejorará el país. Panamá Duele.

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